La meditación es como un Laberinto representa el camino del alma por llegar hasta el conocimiento pleno de sí mismo.
El Laberinto es un camino hacia el centro, hacia lo más profundo de nuestra identidad, donde el recorrido en apariencia es complejo y nos expone al riesgo de perdernos enfrentando al temor, cuando más bien deberíamos vivirlo como un juego y acertijo, con alegría y espíritu de aventura, que nos llevará tarde o temprano de afuera hacia adentro, y luego de adentro hacia los demás.







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